El PP apenas sube tras el atentado de la T-4.

Ni el atentado de la T-4, ni los agitadores de la derecha mediática, ni las macromanifestaciones de la AVT, ni las salidas de pata de la ley del vino de Salgado, la satanización del Ministro Bermejo por parte de la oposición... nada hace tumbar en las encuestas al gobierno del PSOE.

En Genova 13 deben estar tirándose de los pelos, algo falla. En apenas una semana el CIS y el Pulsómetro de la SER, han publicado sondeos de intención de voto que reflejan, que si bien el gobierno de Zapatero se encuentra en un continuo degaste por parte del electorado, la oposición no consigue acaparar parte de ese descontento, y sigue a 6 puntos (según la SER) y a 1,4 puntos (según el CIS) del ejecutivo, en caso de celebrarse a día de hoy comicios.

Si las encuestas reflejan que el PP ha acortado distancias, este recorte es engañoso. Y lo califico con este adjetivo, porque dicho acercamiento se debe principalmente a un descenso del PSOE, del que se ve beneficiada Izquierda Unida. Como todos sabemos, este voto, a la hora de las elecciones, se reconvierte normalmente en "voto-util" que vuelve al centro-izquierda.

Mientras la puntuación que se le da a Zapatero roza el aprobado en ambos casos, en el caso de Rajoy, no llega a un cuatro. Además, si del actual presidente de gobierno se conoce que cuenta con muchos detractores dentro del socialismo, que no están de acuerdo con su gestión y el nuevo golpe de timón que ha dado al PSOE (el 33.9% de los votantes socialistas desconfían bastante o algo de él), a su adversario Rajoy le sucede lo mismo (un 37.1% de los electores del PP tampoco se fían de su liderazgo). Además, en el caso de Mariano Rajoy, genera desconfianza al 70% de los ciudadanos (según el CIS), y respaldo de su gestión de solo logra un apoyo del 27% (según la Cadena SER).

La estrategia que está tomando el Partido Popular desde que perdieron legítimamente las elecciones, está siendo equivocada. El PP está propiciando una enorme polarización de la sociedad, con una oposición asfixiantemente combativa y sin treguas, que no solo no le reporta un mayor número de votantes de los que posee, sino que a la larga, puede hacerle perder parte de sus electores de centro, que si bien no ven en Zapatero la solución, es posible que ante unos próximos comicios opten por algo poco habitual en la derecha política, la abstención.

Todo son dudas en torno a la gestión de Rajoy y los suyos. Si se pensaba que con la elección del nuevo lider, tras la renuncia de Aznar a repetir, el partido volvería a posiciones más moderadas y centristas, se está demostrando lo contrario. La oposición del PP solo cuenta con el apoyo entregado de los sectores más "ultras", dejando al margen a buena parte de sus electores. Mariano Rajoy no cuenta con esa corriente de fervor y entrega de muchos ciudadanos que llevó a Rodriguez Zapatero a la Moncloa, tras un bochornoso último año de Aznar y unos trágicos atentados que movilizaron a muchos abstencionistas.

Aún tiene tiempo para las próximas generales el centro-derecha de empezar a hacer profundos cambios de organigrama, discursos y estrategia de imagen. Sin embargo, estos cambios pasan por el relevo a segundas posiciones de muchos de los "pesos pesados" que a día de hoy, alejan al PP de la imagen de cambio tranquilo, que ya logró en 1996, con la primera victoria de Jose María Aznar.